miércoles, 22 de septiembre de 2010

...

JULIETA. El noble peregrino se equivoca:
Clara señal de devoción es ésa.
Manos de santo el peregrino toca
y con sus manos, el palmero besa.


ROMEO. ¿Labios no tienen santos, y tampoco palmeros?


JULIETA. Para rezar los usa el peregrino.


ROMEO. ¡Oh, santa! Siendo así que truequen quiero
mis manos con mis labios su destino;
que recen, y acceded a lo que imploran.


JULIETA. Inmóvil escucha el santo si suplican.


ROMEO. Pues inmóvil quedad mientras mis labios oran.
Vuestros labios a mí me purifican.


JULIETA. Mis labios ya vuestro pecado ostentan.


ROMEO. ¿Pecado de mis labios? Necesario
es pues que ese pecado me devuelvan.
Besáis con maestría.

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