…entonces él metió sus manos bajo aquella falda de flores que le daba apariencia de niña, la recostó sobre la arena y acaricio sus piernas con delicadeza y precisión, sabía bien como hacerlo…
Ella desconcertada por la valentía de su amante se dejó querer, el pulso se le aceleró y su respiración se hizo más fuerte cuando él comenzó a besarle el cuello.
Ahora con una mano agarraba con fuerza su cintura y con la otra buscaba en alguna parte de aquel diminuto cuerpo, el placer que tanto habían esperado, ella se deshacía en gemidos cortos pero intensos, cubriéndose la cara con el pelo para que nadie notase que se ruborizaba…
Se le olvidó como contestar, simplemente dejo el cuerpo inerte en manos de quien sabe tocar sin hacer daño y no puso reglas, ni condiciones, ni contratos…
Sólo el oleaje de fondo les avisaba de que estaban tan solo bajo el refugio de la noche…
Ahora se sintió incómoda…
Y miró a los lados buscando a alguien.
-no te preocupes. le dijo sin dejar de besarle el cuello, sin mover las manos de debajo de su falda.
-y si…
- recuerda… en Marte estamos tú y yo…
Y se hicieron el amor, lo hicieron con furia, con tranquilidad, con ansias…
Porque en Marte no hay arrepentimientos…
Merchita…
por la libertad que me das...
15/06/08
